Matías Devincenzi es un enfermero que trabaja en el hospital argentino Eva Perón y que tomo la decisión de ofrecer una oportunidad de vida a uno de los pacientes y transformarse en padre. Al volver de unos días de vacaciones e incorporarse a su puesto de trabajo, se descubrió con un paciente especial: Santi.
Era un niño recién nacido que fué abandonado por sus padres a los algunos días de nacer. El pequeño estaba en estado grave, poseía un inconveniente uronefrológico, deficiencia respiratoria y malformaciones en los pies y manos desde cuando se nace. Tras padecer una infección fue ingresado en la UCI, donde lo conoció este profesional enfermero.
Más allá de su estado crítico, el enfermero, al comprender su circunstancia, le cogió cariño y le prometió que si abría los ojos, se lo llevaría a casa con él.
“Los abrió y sentí que era una señal, por lo cual instantaneamente me sentí como su padre y comencé a investigar cómo poder adoptarlo”, enseña.
Devincenzi, más allá de que estar soltero podría hacer más difícil el trámite, se apuntó en el registro, llevó a cabo todas las entrevistas, y quedó esperando de poder adoptarlo tras haber vivido todas las entrevistas de servicios sociales.
Poco tiempo después, el pequeño fue movido a otro hospital y fue al ofrecerle el alta cuando le notificaron al joven enfermero que habían recibido su adopción.
“Ahora Santi está realmente bien, pero cuando me lo entregaron poseía siete meses y un retardo madurativo de cinco. no se movía y no podía gatear. De manera rápida comenzamos con estimulación temprana y pudimos revertir la circunstancia. Es un pequeño como todos, va a cumplir ya dos años y se ríe y juega como los demás”, recuerda.
El joven enfermero sabe que desde que conoció al pequeño hubo una conexión entre ellos y que no fue él el que tomó la elección de adoptarlo, si no que «fue él el que me eligió a mi».